domingo, 25 de agosto de 2013

Secretos en la ciudad

Se despidieron tras estrechar las manos en señal de acuerdo.  Había sido una conversación muy dura y difícil de comprender. ¿Cómo habían llegado hasta ese punto en la ciudad? Tendría que contactar con él.
Tendría  que informar de lo que está ocurriendo en la ciudad del Príncipe.

En silencio, camina hacia ese Palacio donde se ubica el Elíseo de aquel que procuraba mantener un orden en Londres.
La información que portaba era tan sumamente delicada que no podía confiar en nadie que no fuera el propio Príncipe o… su mano derecha de confianza.

Como cada noche, Miles se paseaba y recibía a todo aquel que quería contactar con su superior, tan neutral y frío como siempre. Es una buena contraposición teniendo en cuenta la naturaleza del Príncipe.
Se acerca en silencio, y con palabras sutiles explicando lo que sus contactos le habían declarado, informa a ese hombre de mirada oscura y penetrante.

-Gracias, Víctor.-Susurra el hombre tras no haber expresado ninguna emoción durante la explicación de su compañero, a pesar de la gravedad del asunto.-Nos encargaremos de ello.

En silencio, el aludido se retira para no intervenir más e el asunto. En según cuales, todos saben cuándo deben desistir a la hora de indagar.
Aquel hombre que permanece siempre en ese lugar, se queda pensando durante largo rato. Suspira decepcionado, y en su gran despacho por donde, quién quiera acudir a la recepción del Príncipe, debe atravesar, se aventura a hacer una llamada.
Es una conversación breve y seca, pero imperativa. Concluye, en una orden que se ha de obedecer para mantener aún en secreto todos aquellos misterios que no logran resolverse.


“Llévatelos lejos, donde yo no pueda volverlos a ver.”


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